El conjunto dolménico de “El Labradillo” se halla al noreste de Beas, camino del embalse, en la cima de la loma del paraje de “El Labradillo”, entre los arroyos Parrilla y Candón. Su tipología corresponde a la arquitectura megalítica. Como la mayor parte de estos restos arqueológicos, carece de una cronología objetiva y precisa, pero atendiendo a las generalidades de los principales yacimientos de nuestra provincia, se le puede asignar una fecha en los mediados del III milenio, 2500-1900 a.C.

La existencia de estos restos era conocida desde los años cincuenta del siglo XX, cuando Carlos Cerdán y el matrimonio Leisner realizaron sus estudios en nuestra provincia. Es muy posible que en los alrededores existieran otros yacimientos parecidos a éstos, que la construcción del pantano cercano pudo arrasar.

Posteriormente los estudios de Rosario Cabrera y Fernando Piñón difundieron su conocimiento. Tras alguna intervención arqueológica, como la de 1986 de Mª Jesús Carrasco Martín, se procedió a su inscripción como «Bien de Interés Cultural en 1987«, dentro de la categoría de zona arqueológica, y se realizó una actuación de urgencia al objeto de evitar su progresivo deterioro.

Este conjunto dolménico está compuesto por dos áreas principales. En la primera se hallan los dólmenes I y II y los restos de otro túmulo, que evidencian la posibilidad de la existencia en el lugar de otro enterramiento dolménico. En la segunda se halla el dolmen III y la cantera que proporcionó los materiales para su construcción. La primera de estas zonas se halla elevada sobre un pequeño cerro de 1 hectárea, y es la más interesante. Allí el dolmen I es el mejor conservado de los tres. Se trata de un sepulcro de galería cubierta, con cámaras laterales, presenta unos 12 metros de longitud y está orientado al oeste. En su cabecera o cámara principal presenta una mayor anchura y altura, que va disminuyendo hacia la entrada. De sus cámaras laterales sólo conserva adecuadamente la situada al sur. También se puede observar los restos del anillo delimitador y una gran parte del túmulo de tierra roja. El dolmen II no se halla en un buen estado de conservación y sólo conserva algunos indicios que permiten suponer una estructura parecida a la del anterior;  en la segunda zona tenemos constatada la presencia del dolmen III, el cual tampoco se encuentra en buen estado de conservación, ya que sólo se conservan algunos elementos aislados, encontrándose algo más alejado, junto a los cimientos de la antigua casa de la finca.

Al este-sureste, a unos 300 metros, se encuentra la cantera de tierra roja utilizada para la realización del dolmen principal.

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