Desde el Paleolítico Medio el término de Beas ha sido ocupado por varias civilizaciones, debido quizás a que constituía un camino natural de comunicación con las minas del Andévalo y la Sierra, y desde Niebla, con lo que sería más tarde la provincia y zonas portuguesas. De hecho, parece que su topónimo proviene del término latino «Veas», que hace alusión al cruce de caminos.

Las primeras referencias escritas sobre el municipio de Beas las encontramos tras la conquista castellana de la taifa islámica del reino de Niebla por Alfonso X de Castilla (año 660 H / 1262 d.n.e.). La nueva organización del Concejo de Niebla establecida por el rey castellano, Alfonso X, incluía en la jurisdicción de esta ciudad a la entonces aldea de Beas, así como a otro núcleo existente en el actual término municipal: San Benito del Álamo, que según Pascual Madoz desapareció en el siglo XVIII, argumentando como causa de su despoblamiento la insalubridad del terreno.

En diciembre de 1342, Alfonso XI hizo donación de las aldeas de Beas y Trigueros a Juan Alonso de la Cerda, señor de Gibraleón, de este modo el pueblo pasaba a ser tutelado por un régimen señorial, pero fue un periodo efímero, pues a la muerte del señor en 1346 volverán a la jurisdicción de
Niebla, tierra de realengo todavía. En el siglo XIV, debieron llegar al pueblo de Beas nuevos moradores fruto de la política repobladora que estaban llevando a cabo los señores de Niebla, este aumento de la población permitió a las autoridades eclesiásticas del lugar el inicio de la construcción de la iglesia de San Bartolomé, iniciada en estas fechas con un trazado gótico mudéjar.

El siglo 
XVII, también marcará los primeros momentos de los otros núcleos de población del municipio, las aldeas. En los parajes de Candón, Fuente de la Corcha y Navahermosa, comienzan a asentarse pobladores provenientes del vecino municipio de Valverde, que ya en 1622 y 1677 ven reconocidos sus derechos a pastar, labrar y construir casas en estos lugares.

En la segunda mitad del XVII y la primera del XVIII se producen una serie de acontecimientos político-militares, como son la Guerra de Secesión de Portugal, la conspiración del Marqués de Ayamonte y la Guerra de Sucesión española, además de continuos periodos de hambrunas que irán provocando un retroceso generalizado de su economía y población. A ello se unirán las difíciles consecuencias del terremoto que afectó a la comarca en 1755, que produjo fuertes daños en el caserío de la población, sus gentes y su economía.

El siglo XIX, a pesar de iniciarse con los desastres propios de la invasión napoleónica, nos traerá como aspecto positivo el fin del régimen señorial, iniciado en 1812 con la Constitución de Cádiz y, por tanto, el acceso de Beas a su estatus actual de municipio. Será el momento en que también se produzca la desamortización de los bienes de la iglesia, que afectará a la propia estructura urbana del pueblo de Beas, donde se acometen importantes reformas del trazado viario, aprovechando la venta de la parcela ocupada por el hospital de Santa María de Gracia.

También será el siglo en el que las aldeas comiencen a configurar su trazado urbano, existiendo ya firmes testimonios de su existencia, por ejemplo Candón, del que sabemos que en 1847 contaba con 60 casas y Navahermosa, que por esas mismas fechas tenía su ermita, y por tanto hemos de suponer que también sus primeras casas.

Pero, el siglo XIX, también marcará el momento en que el municipio perderá gran parte de sus baldíos a favor de la propiedad privada. Un capítulo especial de esta historia lo marca Candón, cuando las tierras en las que se asentaban los colonos pasan a ser propiedad privada en 1859. Comienza aquí la lucha de los candoneros por alcanzar la plena propiedad de sus casas y tierras, cuestión que se zanjaría casi un siglo después en 1952, con la expropiación de estos terrenos y, algo después, en 1970, con la expropiación del Cortijo de San Benito, labrado desde muchos años antes por ellos mismos en régimen de aparcería, y cuya entrega a los candoneros marcará el desarrollo del pueblo moderno.

Estos dos últimos siglos de los que venimos hablando, además de los muchos avatares políticos y sociales, nos trajeron la gran explosión demográfica y urbana, ampliándose considerablemente el casco urbano de la población de Beas, primero hacia los caminos y veredas y, luego, rellenando muchos de los espacios que el no planificado desarrollo urbano dejó desiertos y atrapados.

Serán también los siglos en que se mejoren las comunicaciones del municipio, primero el ferrocarril en 1868, cuando se inaugura el primer tramo de la línea San Juan del Puerto–Buitrón, hasta Venta Eligio. Más tarde en el siglo XX las mejoras corresponderían a las carreteras que comienzan a ver mejorados sus firmes y trazados.

Finalmente el siglo XX también marcará un hito en nuestra economía, a partir de los años 70 muchos de nuestros vecinos abandonan los campos para dedicarse a nuevas actividades industriales, como trabajadores en las fábricas que estaban siendo instaladas en el Polo de Promoción y Desarrollo de Huelva, era la primera vez que esto ocurría en el municipio en su largo periodo de vida, caracterizada por una economía basada en la agricultura y ganadería. Junto a ello otros muchos comenzarán a trabajar en el sector servicio, sobre todo en Huelva.

De antes de nuestra etapa histórica documental se tienen noticias de la presencia del hombre en estas tierras. Según testimonian los restos arqueológicos que se han descubierto en zonas como El Arroyo San Benito, Arroyo Candón y en la zona del Coto Candón, entre otros, se sabe de poblamientos que datan del Paleolítico Medio. Se cree que durante la Edad de Bronce pudo existir en la zona Sur del término un hipotético asentamiento. El hallazgo de múltiples enterramientos en forma de cistas en el lugar conocido como Matahijos, dan testimonio de ello. Se han hallado en el mismo, ajuares consistentes en elementos cerámicos como cuencos, cazuelas carenadas y escasos elementos líticos como son las hachas pulimentadas.

Se han hallado restos romanos, pertenecientes a la época antigua, en las proximidades de la fuente de San Benito, que debieron pertenecer a un emplazamiento de los que genéricamente se denominaba Villa Rusticae con materiales cerámicos pertenecientes a época bajo-imperial. En la zona comprendida entre Clarines y Las Garbosas, se han producido hallazgos dispersos del mismo signo con la aparición de sillares de piedra, tegulae, ladrillo, etc., en el lugar denominado Cruce de la Casa del Pilar, se ha constatado la existencia de sepulturas romanas de poca entidad y casi destruidas en la actualidad por la acción del arado.

De época Islámica son los testimonios materiales aparecidos en algunas tumbas de la zona próxima a Matahijos situada a un kilómetro y medio del sur del núcleo urbano; en las mismas, formando parte de los ajuares, aparecen botellas, ampollas, cuencos, etc. La proximidad de esta Necrópolis hace sospechar la existencia de algún poblamiento árabe en el actual emplazamiento de Beas.

SIMBOLOGÍA LOCAL

El escudo de nuestro municipio fue aprobado por Resolución del Consejo de Ministros el 9 de febrero de 1968, siendo notificada dicha resolución al Ayuntamiento el día 5 de marzo del mismo año. Dicho escudo fue ideado por Vicente de Cadenas y Vicent, especialista en heráldica a quien la Corporación municipal decidió encargarle el proyecto según acuerdo del 11 de febrero de 1967. En el escudo se decidió incluir las Armas de los Duques de Medina Sidonia en su apellido de Guzmanes, por haber pertenecido estas tierras a esa casa ducal, además se decide incluir en el mismo otros elementos para diferenciarlo de aquel, dichos elementos serán un clarín en honor de la patrona del pueblo de Beas: Nuestra Señora de los Clarines, y un cuchillo en representación del Apóstol San Bartolomé, patrón del lugar.

Por tanto nos encontramos con un escudo partido, que quedó organizado de la siguiente forma: primero, cuartelado en aspa, 1º y 3º (cuarteles superior e inferior) en campo de azur, una caldera jaquelada de oro y gules, gringolada de siete cabezas de sierpes en sinople; 2º y 4º (cuarteles derecho e izquierdo) en campo de plata cinco armiños de sable puestos en aspa. Bordura general componada de catorce compones, siete de gules y siete de plata, los primeros cargados de un castillo de oro y los segundos de un león de púrpura. Hasta aquí la partición correspondiente a las Armas de los Medina Sidonia. Segundo cuartel o partición derecha: en campo de gules aparece un clarín de oro y un cuchillo de plata encabado de oro, puestos en aspa. Al timbre, corona real cerrada.

Bandera: Bandera sobre fondo amarillo, dos bandas de franjas blancas y azules crecientes en diagonal desde las esquinas inferiores hacia la derecha y hacia la izquierda, según donde nazcan, juntándose en el centro del extremo superior y el escudo municipal en el centro de la bandera.

El escudo fue aprobado por el Ministerio de Gobernación en 1968. La bandera en pleno municipal de 9 de junio de 1998.

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